jueves, 25 de mayo de 2017

"Codex Gigas" el códice del diablo


Existen muchos manuscritos medievales que a día de hoy, y tras numerosos estudios,continúan siendo un verdadero enigma. Sus contenidos, sus ilustraciones y su historia son sinónimo de misterio. 

La muerte del Rey Ricardo I Corazón de León


Ricardo I de Inglaterra es un personaje histórico que en vida se comportó como un héroe legendario. Su fama solo es comparable a otra de las grandes figuras de las leyendas medievales bien conocida ya por nosotros, el rey Arturo. Ricardo se consideraba el descendiente legítimo del poder mítico del rey Arturo, este ideal respondía a un interés político que pretendía unir a sus súbditos britanos, normandos y anglosajones entorno a la figura de un rey caballero, heredero de los ideales heroicos medievales.

La decadencia sexual de Fernando el Católico



El rey Fernando el Católico tuvo que resolver serios problemas políticos y militares durante el tiempo que compartió el trono de la recién reunificada España con Isabel de Castilla, pero se le iban a multiplicar después del fallecimiento de esta el año 1504, en Medina del Campo. Una fatídica sucesión de muertes en los hijos del matrimonio había dejado como única heredera a Juana, casada con un ambicioso Felipe el Hermoso. Por cierto, que la historia universal, y la de España en particular, está sembrada de casos de herederos cuyos fallecimientos prematuros provocaron que su curso zigzaguee y hasta en ocasiones dé un vuelco espectacular visto con la perspectiva que otorgan los siglos; pero ese relato llenaría otro libro. 

Iván IV El Terrible (1530-1584)


El zar ruso Iván IV El Terrible (1530-1584) debe su fama de cruel y despiadado a una serie de atrocidades que comenzaron ya en su infancia y adolescencia (épocas en las que se divertía torturando toda clase de animales y arrojando al vacío perros desde los tejados del palacio real). Su primer crimen político conocido ocurrió en 1543 (cuando tenía trece años) al ordenar que Andrei Chuiski, el jefe del clan boyardo más influyente de Rusia, que prácticamente dominaba el gobierno del país, fuera arrojado a los perros hambrientos de los que la guardia del zar disponía para este tipo de ocasiones. En 1555, ordenó la construcción de la Iglesia de San Basilio en Moscú.